Traducir al inglés las leyes y normas que rigen en un estado, una empresa o una universidad exige ciertas competencias y conocimientos. El presente artículo indica cinco cosas que debe saber su traductor al traducir leyes, reglamentos y otras normas al inglés.
1. Aplicar las convenciones de redacción en inglés
Las convenciones del lenguaje jurídico en cuanto a títulos, numeración, referencias y uso de mayúsculas no siempre coinciden. Por ejemplo, en español las partes de una ley se pueden numerar con ordinales (a menudo escritos con letras) donde el inglés opta por los cardinales. Así, al traducir habrá que transformar tercero en 3 (en lugar de third).
Supone un paso más en el proceso: aparte de recoger lo dispuesto en el texto, el traductor también debe traducir la forma (es decir, las convenciones).
Para ello, su traductor debe estar familiarizado con los textos normativos habituales en lengua inglesa y con las pautas para redactarlos.
¿Qué pautas seguir? Hay muchas para elegir, pero debería bastar con cualquier guía de estilo actual correspondiente a un territorio de common law.
Por ejemplo, yo recurro a las siguientes guías de estilo oficiales, australiana y británica:
- Australian Government. Office of Parliamentary Counsel. (2013) Plain English Manual. Disponible en PDF
- UK Government. Office of the Parliamentary Counsel. (2020) Drafting Guidance. Disponible en PDF
2. Cómo se usa el inglés jurídico
El español y el inglés jurídicos usan distintos auxiliares y tiempos verbales con finalidades diversas.
Como ejemplo, donde el español recurre al futuro de indicativo para expresar una obligación, el inglés utiliza must o la construcción are/is to. En inglés jurídico tradicional se emplea el auxiliar shall en estos casos, pero las guías de estilo modernas —como estas dos que cito— aconsejan evitarlo en la redacción de normas, ya que se puede malinterpretar.
Son cosas que su traductor debe tener en cuenta: debe dominar el inglés jurídico moderno del derecho y del revés y saber cómo pasar los verbos y tiempos verbales del español a los de uso habitual en la legislación en lengua inglesa. En ningún caso debe reproducirlos sin más.
3. Cuándo dirigirse al lector y cómo redactar en un estilo más directo
El inglés, incluso el inglés jurídico y formal, es más directo que el castellano. En inglés jurídico se puede incluso utilizar la segunda persona para dirigirse directamente al lector. Esto se logra con oraciones imperativas (por ejemplo, Do not walk on the grass, literalmente «No camine sobre la hierba») y empleando el pronombre you, algo típico de las políticas y normas internas de las empresas.
Cuando el tipo de documento lo requiera, su traductor deberá saber cómo y cuándo traducir las construcciones pasivas e indirectas en tercera persona del castellano pasándolas a un estilo más directo, para que la norma se lea como tal en inglés.
4. Cuándo eliminar marcadores textuales
El inglés en general suele aportar menos contexto que el español. Un ejemplo sería la famosa advertencia que suena por megafonía en el metro de Londres: Mind the gap (literalmente, «Tenga cuidado con la brecha»). El mensaje equivalente del Metro de Madrid es más largo y aporta más contexto:
Atención: estación en curva. Al salir, tengan cuidado para no introducir el pie entre coche y andén.
El inglés jurídico también suele aportar menos contexto.
Su traductor no debe alterar la información contenida en un texto normativo, pero sí debería eliminar las redundancias y marcadores textuales actualmente desaconsejados en las guías de redacción de normas en inglés.
Así, prescindirá de construcciones como de la presente Ley o lo dispuesto en, siempre que no aporten información, y acaso deba recortar también algún título largo, dejándolo en una sola palabra.
5. Cómo salvar la distancia entre el derecho “anglosajón” y el “continental”
Su traductor debe tener cuidado al traducir términos jurídicos españoles sin equivalencia en el inglés del common law (a veces llamado “derecho anglosajón”). Deberá usar términos que los lectores de habla inglesa puedan entender sin perderse ningún matiz.
A veces, en el derecho de la UE o en el de territorios de habla inglesa y derecho mixto (como Luisiana, Escocia o Sudáfrica), existe una traducción exacta al inglés de un término español. Aun así, el traductor tal vez opte por evitarla si juzga que tal expresión será desconocida para un público lector acostumbrado al common law, aunque tenga formación jurídica.
Se puede recurrir a distintas estrategias, pero a menudo es mejor describir el sentido de un término español único recurriendo a términos de common law. Si no queda más remedio que emplear términos ajenos al common law —y a veces, en aras de la exactitud, resulta imprescindible— el traductor debe procurar que el lector acostumbrado a la common law los entienda.
¿Necesita usted ayuda?
Si tiene usted alguna duda sobre la traducción de leyes y normas, no deje de consultarme.
Para más información sobre los dilemas que se plantean al traductor ante la normativa jurídica, vea esta otra entrada (en inglés).